La estampa se realizó a partir de un grabado fechado aproximadamente en 1794; se sabe que en el año de 1792 el cabildo de San Juan encargó al escultor y académico de mérito Julián de San Martín la nueva imagen que procesionaria a partir de esa fecha; la iconografía de la estampa representa precisamente la nueva imagen procesional. Este grabado se lo dedicó este freire a su sobrina doña María Josefa de Cuenca y Alique de Gutiérrez, hija de su hermana María Antonia y de José Cuenca.
A los pies de la estampa hay un texto que hace referencia a la devoción que profesaba el religioso hacia la nueva imagen de San Juan Evangelista, lo que ha llevado a la confusión a muchos autores que pensaron que el propio freire Julián Antonio de Alique y Esteban, donó la talla, pero esto es un error, ya que se ha podido comprobar que la escultura fue comprada por la Hermandad de San Juan por 500 pesetas.
La plancha de la que hablamos fue realizada por el grabador Manuel Navarro, que estampó su firma en el margen izquierdo inferior de la siguiente manera: Manuel Navarro la Grabó. Este grabador de origen zaragozano, consiguió prestigio a principios del siglo XIX, encontrándose parte de su producción en los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid, la temática de sus trabajos fue variada oscilando desde imágenes de arquitecturas hasta temas religiosos como es el que se representa en este grabado.
Hacia el año de 1803, la plancha fue adquirida por el notario Mamerto José de Alique que la tuvo en su poder hasta su muerte, en su testamento la legó a la parroquia de San Nicolás (MARTÍNEZ, V., 1898, p.14).
La técnica utilizada por Manuel Navarro fue un procedimiento de grabado calcográfico de técnica directa, concretamente un grabado a buril o talla dulce. El procedimiento consiste en incidir directamente sobre una plancha metálica, en este caso una plancha de cobre, muy pulida, con un instrumento denominado buril, que abre unos surcos en la plancha en forma de V. Manuel Navarro eligió esta técnica para realizar el grabado de San Juan Evangelista.
La posibilidad que el grabado a buril ofrece de abrir tallas y contratallas, facilita los diferentes matices de claroscuro. Por lo general los trazos son largos y con pocas curvas por la dificultad que conlleva hacer girar el buril sobre la plancha de cobre; se puede observar en la estampa como el trazo predominante es la línea recta muy prolongada; también se pueden apreciar la gama de grises a negros que ofrece la estampa, provocando esos contrastes de claroscuros que permite este procedimiento, muy bien conseguido por el grabador Manuel Navarro.
En esta edición especial se han emitido 35 ejemplares realizados con la técnica tradicional. El precio de los mismos es de 70 euros sin enmarcar y 100 enmarcados. Están a la venta en la tienda de San Juan.