Las cuatro imágenes de San Juan

La imagen titular de la hermandad de san Juan Evangelista, patrón del Barrio de Atienza de la ciudad de Huete, cumple 30 años. Para conmemorar esta efeméride, hemos editado este breve reportaje, que aporta información histórica sobre las cuatro imágenes que los juanistas han venerado a lo largo de sus más de cinco siglos de existencia, comenzando por la más enigmática de todas, la más antigua, de la que no conservamos ninguna fotografía ni grabado.

1591 La primera imagen

El Cabildo del señor San Juan Evangelista debió fundarse a finales de la Baja Edad Media. Su misión en esos años primeros no era la de celebrar fiestas como conocemos hoy, sino ayudar a los hermanos enfermos y organizar sus entierros.

A finales del siglo XVI la situación cambió. En el año 1591 el Cabildo encarga al escultor Juan de Albornoz una escultura del Evangelista. Sin descartar que hubiera una imagen anterior, todo parece indicar que la de aquel año fue la primera procesión de San Juan, ya que, en el mismo contrato, se encargan unas andas al arquitecto Juan de Heredia. 

El encargo coincide con el impulso que el Concilio de Trento estaba concediendo a la devoción de la iconografía religiosa popular, fomentando en las hermandades la elaboración de tallas para cortejos procesionales.

Pero ¿cómo era esa primigenia imagen? Lo cierto es que no sabemos mucho de ella. El contrato para su ejecución indica que tenía 83 centímetros de altura y llevaba un águila. Las andas eran doradas y tenían tres gradas o escalones. 

Desde Santa María de Atienza, San Juan salía en procesión, pero ¿cuál era su recorrido? Lo más lógico es que la talla bajase a la Plaza, traspasando las murallas por las puertas de Almazán y Medina.

Esa procesión era acompañada por las 10 cruces de las parroquias de la ciudad, las danzas y música, y lo que es muy llamativo, un número significativo de religiosos, no inferior a 30, ataviados con ricas capas pluviales, casullas y dalmáticas. Después de la procesión se daban las caridades del Santo que consistían en unos dulces que se repartían entre los hermanos.

1741 fue un año muy significativo para nuestras fiestas. Sabemos que los monasterios de los dominicos, mercedarios y jesuitas, organizaron una parada de la procesión y un convite para las danzas de San Juan. 

Poco a poco la fiesta fue engrandeciéndose hasta 1780, cuando, el Gobierno intenta acabar con determinadas costumbres y algunos privilegios de la Iglesia. Fue suprimido el Cabildo de San Juan, que queda convertido en mayordomía, al tiempo que se expropian sus productivos huertos. De forma paralela, Atienza cerraría sus puertas y la talla del Santo se trasladó a San Nicolás de Medina. 

1792 San Juanillo

¿Cómo es posible que en esos momentos de inestabilidad se encargue, en 1792, una nueva escultura de San Juan? La que hoy conocemos como San Juanillo. 

El elegido para su realización será el afamado escultor Julián de San Martín, teniente director de la sección de escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Costó 500 pesetas de la época.

La imagen es única, representa dos momentos diferentes de la vida de San Juan: el martirio y la escritura del Evangelio. Esto es algo excepcional en las representaciones del Evangelista. De hecho, los juanistas más ancianos comentan que, cuando San Juan se estaba quemando en el aceite hirviendo, llegó el águila volando y lo salvó.

El rostro del Evangelista todavía conserva los dientecillos originales realizados en marfil. El pergamino que sostiene sobre su pierna contiene el inicio del cuarto evangelio en latín. “In principio erat Verbum”.

Fue tal el éxito de esta escultura, que se decidió construir una capilla para venerarla, la capilla de San Juan, la joya del barroco académico en Huete. 

Posiblemente, estos gastos se pudieron asumir porque la mayordomía todavía tenía una renta anual de 500 reales, que habían pertenecido al extinguido Cabildo. 

Después de una época de esplendor, en la que la procesión se engrandece primero con diferentes loas y danzas, y después con bandas de música, en la Guerra Civil la talla quedó destrozada y hubo que esperar al 2012, con motivo de los 500 años de historia, para verla reconstruida, aprovechando los restos que quedaban: el busto, la mano derecha, los tinteros y la pluma. El escultor sevillano Fernando Aguado fue el encargado de recomponer y dar forma a esta imagen que ahora protagoniza el día de san Juanillo.

1940 La imagen de escayola

En 1939, recién terminada la guerra se realizó la primera procesión, después de dos años de parón. Sin imagen, solamente se pudo venerar al estandarte, que se salvó milagrosamente de las llamas.

En 1940, la devota Josefa Moreno encargó al taller de arte cristiano de Olot un San Juan en escayola. Tenía la misma altura que su hijo entonces. Era una imagen representada de pie, con el Evangelio y la pluma, más parecida a la de 1591 que a la anterior a la guerra. 

Multitud de fotografías nos permiten ver la evolución de la procesión de San Juan desde entonces.

En los primeros años, dominados por la dureza de la posguerra, el apostol desfila con unas andas humildes y una corona más discreta, la que hoy lleva San Antón.

A finales de los cuarenta, se encargan unas andas nuevas, con adornos dorados y dos gradas o escalones. La fotografía más antigua que hemos encontrado de estas andas es esta de la madrugada del viernes santo, donde san Juan aparece todavía con la corona antigua y portando una palma. Esta foto debe fecharse en torno a 1949.

Sería en 1951 cuando la imagen se lleva a Madrid y se le realizan varias mejoras, entre ellas, la preciosa corona dorada de estilo rococó, que nos ha acompañado desde entonces en todas las procesiones.

Al principio, las andas se decoraron con preciosos cetros de flores. Pero a finales de los años 50 se le añaden unas tulipas, tal vez por influencia de la Semana Santa de Cuenca. Estas tulipas fueron retiradas a mediados de los años setenta, volviendo a decorarse las andas con unos sencillos pero elegantes centros de flores. 

La procesión cambió radicalmente a partir de 1983. En ese año de encargan las andas nuevas, diseñadas por Francisco León Meler, inspiradas en las de Jesús del Puente de Cuenca. Nace con ellas una nueva era en la procesión, cobrando, a partir de ese momento, una viveza como nunca antes se había visto.

1991 La imagen titular

Debido al deterioro que sufría la imagen de escayola, a principios de los años noventa se decidió realizar una escultura similar en madera. 

Fue bendecida el día 2 de mayo de 1991 por el párroco don Pedro Heras Mateo, hace justo 30 años.

El escultor José Rodríguez Aranda, más conocido como “Pepe el de Arganda”, fue el encargado de esculpir la nueva talla, a la que se incorporó la preciosa corona rococó de 1951. 

Entrevista a Palomar.

La imagen en talla es mucho más perfecta que la de escayola, con detalles más elaborados y precisos, al tiempo que la policromía muestra más viveza. La vestimenta incluye diferentes bordados en oro a base de cruces y adornos florales.

El libro presenta en sus páginas abiertas un versículo de la primera epístola de San Juan: “Tres son los que dan testimonio del Cielo. Padre, Verbo y Espíritu santo. Los tres son la misma cosa”.  

Treinta años lleva con nosotros esta preciosa escultura del Evangelista, alumbrando al Barrio de Atienza en su día más grande. La procesión de San Juan se ha convertido en uno de los momentos de devoción popular más espectaculares de nuestras tierras, que cada año atrae a más visitantes. 

Conservamos tres de las cuatro imágenes titulares que ha tenido la Hermandad. Con la restauración de la iglesia de San Nicolás de Medina, en el año 2019, la imagen de escayola, la que reverenciaron nuestros abuelos, preside el altar mayor del templo, en este magnífico retablo dorado barroco.

Por su parte, la imagen titular actual, y la de san Juanillo se han instalado en la capilla que la Hermandad construyó justo después de abandonar Atienza, lo que convierte a este pequeño espacio en el verdadero corazón del Barrio. 

Cada una de las imágenes representa una época o periodo histórico de nuestra hermandad. 

Han pasado los siglos, se ha cambiado de iglesia, se han sucedido las imágenes, pero el corazón juanista permanece inalterado a lo largo de los tiempos. Sea así por muchos años.

Viva el Barrio de Atienza 

Viva San Juan Evangelista.

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