La danza de los diablos es una de las más importantes de la región, así como una de las más originales y antiguas de la zona, que además ha obtenido diferentes premios a lo largo de su historia. Esta danza tiene un significado claro, es la lucha del bien contra el mal, que se complementa con la interpretación de la Loa de los diablos, en honor a San Juan Evangelista de Huete. La danza de endiablada, como se menciona en 1816, tiene una peculiaridad y es que además del típico paloteo, realiza el maravilloso trenzado de cadenas y otros movimientos también originales realizados con estos objetos.
El traje de las diablos actuales consta de diadema con cintas, camisa blanca, pololos, enaguas, fajín rojo anudado a la izquierda, medias de ochos y zapatillas de esparto con cintas rojas y verdes que se anudan con tres cruces en las piernas, chaqueta y falda de tela de lienzo color caña pintadas a mano. Los dibujos representas escamas, serpientes y la faz del diablo en la espalda.
La danza era ejecutada por hombres hasta la Guerra Civil Española, y por falta de estos, tomaron el relevo las mujeres, siendo así desde entonces. Tras unos años danzando con los trajes regionales típicos de la zona, se realizaron unos trajes pintados a mano inspirados en los que llevaban los hombres, y que fueron pasando de generación en generación durante muchos años.
En el año 1989, los trajes que llevaban pasando de unas a otras y muy deteriorados, se decidieron retirar y realizar unos nuevos. Las danzantes de aquel año pintaron a mano unas nuevas faldas y chaquetas que fueron cosidas en el entonces taller de pantalones Levis, gracias al permiso de sus dueños que les cedieron las maquinas cuando salían de trabajar. En este 1989 se estrenaron los trajes, donando los antiguos, los cuales se encuentran uno en el museo etnográfico de Huete, otra en el centro de interpretación de la iglesia de Guadalupe y el resto guardados en la sacristía de la misma iglesia.
Las diademas, las nuevas chaquetas y las faldas son propiedad del barrio de Atienza, y estas pasan de generación en generación de danzantes hasta la actualidad. Es interesante un emotivo detalle y es que dentro de las faldas pone el nombre de las personas que pintaron los trajes, así como en las chaquetas, las diablos apuntan sus nombre y sus años de interpretación.
Estas doce jóvenes danzantes fueron: Teresa Serrano, Pilar Serrano, Mari Luz Serrano, Merce Bonilla, Merche Bermejo, Mari Luz Bermejo, Pilar Alique, Elena Saiz, Lola Abad, María José López, Encarni López y Ángela Jiménez.