A lo largo de estos 500 años de historia la música ha estado presente en las fiestas. El libro antiguo de la hermandad (1620-1649) se constata la existencia de chirimías y tambores en los actos religiosos y las danzas. La danza de los Diablos es herencia de todo aquello.
También de gran antigüedad son los Gozos de la novena de San Juan, publicados en 1802, aunque no podemos descartar que sean algo más antiguos. En su composición intervendría, si son de esa fecha, frey Julián Antonio de Alique y Esteban, gran devoto del Evangelista.
Avanzado el siglo XIX fue enriqueciéndose el repertorio de danzas y loas interpretadas en la procesión. Especialmente emotivas son las Coplillas de las pescadoras y las coplillas de los pescadores de la Loa de pescadores y pescadoras compuestas por Román Tornero Amor en 1877, que actualmente se cantan en la procesión y en las funciones religiosas.
Del mismo año son las tres coplas de la Loa de las Virtudes (Copla 1, Copla 2, Copla 3) compuestas por Cayo Aél Cuesta y que todavía se cantan en el novenario de San Juan.
También de la misma época son la plegaria Reclinado sobre el pecho compuesta por el presbítero Fernando Pérez, que se canta en la procesión, y la introducción musical de la novena denominada la Trisitación, de Francisco Tornero y Amor.
También debe ser antigua la Ronda de San Juan, una especie de jota lenta que recorre las calles del Barrio de Atienza el 27 de diciembre, donde se mezclan estrofas dedicadas al Evangelista con otras propias de la picaresca estudiantil.
La relación de las bandas de música militares con el Barrio de Atienza ha quedado pasmada en las numerosas marchas compuestas a nuestra sagrada imagen. Las más destacadas son el Motete a San Juan de 1991 y la marcha San Juan Evangelista de 1988, ambas el Andrés Martos Calles, la marcha Galopeo compuesta por Francisco Morales Lozano en 2009, la marcha al Rey de Atienza, compuesta por Javier Calderón Zamorano en el mismo año y la marcha Alma Juanista de Isabelo Chaves, compuesta en el 2012.
Finalmente, no podemos olvidar las piezas populares que se componen en honor al Santo, entre las que destaca en especial manera Y tu querido San Juan, compuesto por Rosa Álvaro y José Luis García Gómez. Más recientes, se han añadido al repertorio de las misas y las novenas las siguientes obras: Discípulo amado, Dejad que los niños se acerquen a mi, Hoy tú no estás solo, y Amigo hasta el final.
Desde principios del siglo XX, la inauguración de la línea férrea Aranjuez – Cuenca permitió la presencia de las mejores bandas de música del momento. La Banda del Regimiento de Infantería de León, nº 38, que tenía se sede el Cuartel de la Montaña de Madrid (donde actualmente está el Templo de Debod), participó en las fiestas desde 1914 hasta 1926.
A esta banda tomo el relevo la del Regimiento Inmemorial de Rey nº 1, de Madrid, con sede en el Paseo Moret, que amenizó las fiestas hasta el estallido de la Guerra Civil.
Con posterioridad, han venido las bandas de Aviación, Ministerio de la Guerra, la del Regimiento de Infantería Inmemorial, la de la Legión y la de Segovia.
Las bandas que más han venido a las fiestas han sido la del Regimiento Inmemorial del Rey, que además de los años anteriores al 36, vino ininterrumpidamente desde 1974 hasta 1994, y la Unidad de Música del Mando Aéreo del Centro, que ha participado ininterrumpidamente en las fiestas desde 1995 hasta el 2009. Desde el 2010 son la Agrupación Musical Nuestra Señora de Riánsares y la Banda de cornetas y tambores San Juan Evangelista las que participan en las fiestas. Esta constancia en las bandas de música ha permitido una especie de hermanamiento entre músicos y juanistas, que se consolida año tras año.
La Banda de música es el principal atractivo de la fiesta, pues prácticamente su música es la que llena los actos de las fiestas durante los cuatro días. Su llegada a Huete es verdaderamente emotiva, pues los juanistas esperan con tanta impaciencia el autobús de la banda, que esos momentos de espera parecen durar mucho más que los cuatro días que dura la fiesta.
La Banda de Música ameniza los 12 galopeos de las fiestas, las dianas, pasacalles que recorren las principales calles del barrio al amanecer, despertando a los vecinos con los mejores pasodobles y canciones emotivas, sin olvidar los pasacalles denominados “regocida de autoridades”, en los que la banda, con sus mejores galas y con una solemnidad militar rinde honores a las autoridades y las encamina a la procesión, una procesión, en la que la banda de música es fundamental, pues las marchas procesionales son un verdadero reclamo para asistir a la misma. Las marchas procesionales, algunas tradicionales, otras de reciente composición, constituyen, en lo que se refiere al repertorio y a su interpretación en un verdadero reclamo para los amantes de la música procesional, que acuden todos los años a San Juan a escuchar el repertorio de la banda.
En último lugar, especial esmero requiere la preparación del concierto de música clásica, en el que la banda ensaya para deleitar al barrio con sus canciones.
Las loas son representaciones dramáticas breves que tienen lugar antes de un acto (obra teatral, danza, etc.). En el caso del Barrio de Atienza encontramos loas que constituyen verdaderos autos sacramentales, como es el caso de los Diablos, y otras, como las de los Tunos, que se acercan a los entremeses, cargadas de humor y picaresca.
A principios del siglo XVII hay constancia de la representación de loas y danzas en la procesión, pero no existía como tal una danza consolidada, sino que cada año se innovaba en las representaciones con las que se agasajaba a San Juan.
A partir de 1634, y por lo menos hasta 1649, parece que se cuenta con una vestimenta definida, que curiosamente se alquilaba a otra cofradía, seguramente alguna de las encargadas de la organización del Corpus Christi, la fiesta más importante de Huete en aquella época. Con el tiempo, se fue creando una danza más estable: la danza de los diablos. Cuando en 1741 los conventos de Mercedarios, Jesuitas y Dominicos convidan a las danzas de San Juan debía existir una danza consolidada o en proceso de formación. Las prohibiciones para danzar en las procesiones de 1780 y 1805 corroboran esta teoría de danza consolidada.
Por fin, en 1816, cuando Fernando VII visitó Huete, se cita expresamente en la documentación que se obsequió al monarca con la “danza de endiablada”.
A lo largo del siglo XIX se irían añadiendo a la fiesta las restantes loas: Patmises, Escribanos, Tunos, Peregrinos, Monagos, Marineros, Pescadores y Pescadoras, Virtudes y los siete coros.
Entre los documentos sonoros destacan las grabaciones realizadas por Radio Nacional de España en Cuenca en 1978, también puedes escuchar la entrevista a Jacinto Sansigre en 2011, antiguo miembro de la Comisión.
La referencia más antigua sobre la hermandad de San Juan data de 1512, sin embargo, no se ha conservado la escritura original, ya que se ha perdido el libro viejo de los censos de la hermandad. Sabemos de la existencia de esta escritura gracias a este contrato otorgado en 1608 que se encuentra en el libro de censos nuevo del cabildo.
En esta escritura se menciona la existencia del libro viejo de la hermandad (hoy desaparecido) que contenía un contrato de censo hipotecario a favor del cabildo de San Juan Evangelista otorgado el 14 de marzo de 1512, lo que evidencia que en ese año ya existía la hermandad de San Juan Evangelista.
Se trata de un contrato en el que Juan de Valdeolivas reconoce un censo hipotecario que gravaba las casas que heredó de su suegro Garcí Ribillo. Parece que éste último las habría comprado a Miguel de Peraleja, que es el que realizó la primera escritura con el cabildo de San Juan en 1512. Este es el motivo por el que en esta escritura, realizada en 1608, se cita el primer contrato con Miguel de Peraleja en 1512 y un reconocimiento posterior de 1586 por parte de Garcí Ribillo. El primer contrato ha desaparecido ya que no se conserva el protocolo notarial de Hernán Sánchez de Amoraga de 1512.
Para su mejor comprensión hemos señalado en rojo las siguientes partes del documento: cavildo de señor San Juan Evangelista / sito en la parrochial de Santa María de Atiença / cavildo / libro viexo / mil y quinientos y doce años.
En el segundo folio aparece la rúbrica y el signo de validación del escribano Cristóbal Núñez, ante quien se otorga la escritura el 19 de abril de 1608. La escritura es una copia validada por el notario y se encuentra en el libro de censos del cabildo de San Juan, conservado en el Archivo Histórico Provincial, Desamortización, D-537.
El culto a las imágenes fue fomentado por el Concilio de Trento. Las primeras noticias sobre una procesión en Huete datan de 1574, cuando en la Semana Santa, el cabildo de la Soledad llevó las imágenes del Cristo de la Columna y las Angustias desde el monasterio de San Francisco hasta el Borbotón.
En 1591 la Hermandad de San Juan encargó una imagen con sus andas para las fiestas de mayo de ese año, ¿sería ésta la primera imagen procesional de San Juan? Lo que parece claro es que esta imagen fue la titular de la Hermandad desde ese año hasta 1792, cuando Julián de San Martín realizó la talla que hoy conocemos como San Juanillo.
La imagen de 1591 estaba acompañada de un águila y tenía unos 83 centímetros de alto sin contar la peana. De las andas sabemos que tenían dos gradas. La imagen y las andas fueron realizadas por Juan de Albornoz y Juan de Heredia y su coste sería acordado una vez entregada la obra.
Veamos a continuación el contrato realizado entre la hermandad de San Juan y los artistas, que se conserva en el Archivo Municipal y cuya existencia ha sido dada a conocer por don Manuel de Parada y Luca de Tena, marqués de Peraleja.
La lectura del documento ha sido muy compleja ya que está escrito en letra procesal, que era la utilizada por los escribanos en esa época. Para su comprensión hemos separado en párrafos las distintas cláusulas y hemos incorporado entre corchetes algunas notas aclaratorias.
Contrato entre la Hermandad de San Juan y los artistas Juan de Albornoz y Juan de Heredia, para hacer una imagen y andas de San Juan
Archivo Municipal de Huete, Protocolos notariales, caja 13, escribano Pedro Álvarez, f. 13.
1591, enero, 14. Huete
En la ciudad de Huete a catorce días del mes de enero de mil y quinientos y noventa y un años, ante mí el presente escribano e testigos parecieron presentes:
De la una parte el licenciado Pedro de Santoyo, Francisco de Priego e Juan Lopez de Hernan Lopez y Marcos de Bonilla, vecinos de la dicha ciudad como peostre y personas nombradas por el cabildo de señor San Juan para lo que después se dirá, de la una parte,
Y de la otra Juan de Albornoz, vecino de la dicha ciudad e Juan de Eredia, arquitecto y ensamblador estante en la dicha ciudad,
E dijeron que se han concertado en esta manera en que los dichos Juan de Albornoz e Juan de Eredia han de hacer unas andas conforme a la traça [traza] que queda en poder del dicho licenciado Santoyo firmada del presente escribano. Y para poner dentro de las dichas andas an de hacer un San Juan Evangelista de bulto de una vara en alto sin la peana, que a de estar de dos gradas en las dichas andas y la han de dar acabada ansi las andas como la dicha figura de señor San Juan para fin de março deste presente año de ochenta y un [tachado] noventa y un años,
Hechas dichas andas y figura del dicho señor San Juan Evangelista con la insignia del águila los dichos licenciado Santoyo y Francisco de Priego y Juan Lopez de Garci Lopez e Marcos de Bonilla en nombre del dicho cabildo le han de pagar lo que valiere y se concertare con ellos en que se acabe la dicha obra y en el tiempo / tanto que se haçe y a buena quenta desde luego les dan quatro ducados
Y desta manera, ambos, las dichas partes, se obligan de lo cumplir como dicho es y para ello obligaron sus personas e bienes e dieron poder a las justicias para les executar y renunçiacion las leyes de su favor y la del derecho que dice que genera renunciación de leyes hecha que non vala
Y otorgaron esta carta siendo testigos Pedro de Santaren y Juan Garcia y Felipe Garçia, vecinos de la dicha ciudad e yo Pedro de Santaren, escribano, e lo firmaron, y el dicho Marcos de Bonilla rogo a un testigo lo firme por él. Y que las dichas andas y figura de señor San Juan faran [estarán] dentro del dicho tiempo. Y si dentro del dicho término no lo dieren hecho que esta escritura sea en sí ninguna y de ningún valor / Testado ochenta y uno vale.
[Rubrican]: Juan de Albornoz, Licenciado Pedro de Santoyo Amoraga, Pedro de Santaren, Francisco de Priego, Juan Lopez, Juan de Eredia, ante el escribano Pedro Álvarez.
Archivo Eclesiástico de Huete, Parroquia de Santa María de Atienza, caja 39/1.
Está ordenado cronológicamente. Cada año se inicia con el acta de la junta general y continua con las cuentas de ingresos y gastos del dinero, del vino y del trigo, estos últimos obtenidos de las tierras y viñas de la hermandad. A continuación se dispone la elección de cargos de la hermandad para el año siguiente. En algunas ocasiones se incluyen las listas de hermanos y el inventario de bienes de la hermandad.
El estudio de este libro nos permite conocer la estructura de la hermandad en el pasado, sus cargos, organización, etc. A través de los gastos, sabemos de la existencia de danzas, procesión, novenario, convites, hogueras y luminarias en aquellos lejanos años.
En el año 1737 Julián de Alique, padre del ilustre frey Julián Antonio de Alique, autor de la novena de San Juan, elaboró una relación de censos cobrados por la hermandad. Como contrapartida a las cantidades de dinero prestadas por la hermandad, se recibían unos intereses anuales. Uno de los principales ingresos procedía de la parroquia de Santa María de Lara, situada en el cerro del Castillo, que abonaba todos los años 13 reales.
La cantidad de dinero que ingresó la hermandad por este concepto fue más o menos constante durante décadas hasta la desamortización. El mismo Julián de Alique comenta al final del texto: “haciendo para ello las diligencias más eficaces para el cobro de ellos como cosa tan devota de modo que vaya todo en aumento y no en disminución. Huete y abril 30 de 1737”.
Una vez finalizada la Guerra Civil, se volvieron a celebrar las fiestas de San Juan, que costó muchos años consolidar. El libro refleja el esfuerzo del Barrio de Atienza por mejorar las fiestas a su patrón, constatándose de las fiestas de mayo hasta nuestros días.